La fiesta se consume y morirá, y lo peor es que será por un empacho y posterior reventón de corrupción y fraude. Por todas partes llegan malas noticias: La temporada en América de pavor, con la dificultad de hacer los tentaderos con el ganadero a distancia con un móvil en refugio seguro, o en presencia solo garantizada por un destacamento militar, debido a la especial situación socio-política de esos países. Con el tercio de varas desaparecido o limitado a que el astado vaya una vez al caballo y cambiándose el tercio de banderillas con un solo par muchas de las veces. Con becerradas para el triunfo de las figuras y episodios como el de Reina Rincón. En fin, un desastre. En España, la temporada se ha iniciado con el escándalos de los toros de Ajalvir, más lo de Valdemorillo y lo que viene por la plaza de acogida de Olivenza (que llenarán de portugueses y glamour). Las Ventas de Madrid, reconquistada o en práctica cesión continua a los mismos (sin que los otros cinco licitantes fuesen mejores), en definitiva atribuida al taurinismo. Lo más sangrante de esta vergüenza, es el silencio cómplice de los representantes de los aficionados sin denunciar esta aberración ni ante sus propios socios. El afeitado en plan industrial, y los caballos de la acorazada de picar, esperando prestos a ser chutados y después montados por un burro vigilante que no deje sin machacar a cualquier toro que traiga algo, y que todos salgan de su jurisdicción sumisos y para valer. Y tal y tal, este es el panorama, más o menos, que presenta el melonar. ¿Y el guarda, que pasa con él, como está?, pues impasible, en la más pura acepción académica de la palabra, o sea, indiferente, imperturbable. No se sabe donde está, pero sí quien es: desde el alguacilillo al delegado de la autoridad y el comisario que preside, hasta los políticos autonómicos y del Ministerio del Interior, esto es, la AUTORIDAD que, envuelta en el manto legal del Reglamento de Espectáculos Taurinos, con sus medios coercitivos y si es necesario ejecutivos y punitivos, hace cumplimiento y no omisión del mismo. Eso sería el imperio de la ley en un estado social y democrático de derecho. ¿Es así como actúa el guarda?, rotundamente no, veamos un ejemplo de impavidez del mismo: La Ley Taurina 10/1.991, de 4 de abril, promulgada para, entre otras cosas, garantizar los derechos de los espectadores, la pureza de la fiesta, la integridad del toro y, en especial, la intangibilidad de sus defensas, creó la COMISIÓN CONSULTIVA NACIONAL DE ASUNTOS TAURINOS, que posteriormente el Reglamento en su artículo 93 constituyó con carácter permanente y obligatoriedad de reunirse la misma al menos una vez entre los meses de noviembre a marzo y otra de abril a octubre de cada año. Pues bien, siguiendo el tema, se deduce ¡que el órgano decisorio de la Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos, no se ha reunido desde octubre del año 2.000! Y es que algunos esperamos con interés lo que allí ocurre, ya que a sus plenos o comisión de seguimiento, acuden las 17 Autonomías más Ceuta y Melilla, representantes ministeriales y de la Administración Local, veterinarios, ganaderos, profesionales, empresarios, cirujanos, escuelas de tauromaquia, expertos y aficionados, además de su correspondiente gabinete técnico y Secretaría de la Comisión. Queda alguna reunioncilla de la Comisión de Mejora del Toro de Lidia y del Registro de Profesionales. Todo lo demás inerte, perdido. Los dictámenes positivos de fraude por análisis de astas o vísceras, a las Autonomías, que no hacen nada, ejemplo la de Madrid. La autoridad está impasible en la más académica acepción de la palabra: indiferente, imperturbable. Lo más sangrante de esta vergüenza, es el silencio cómplice de los representantes de los aficionados, callados como putas, sin denunciar esta aberración ni ante sus propios socios. ¿Qué hacen ahí, legitimando con su presencia ese desatino y esa inacción?. Y luego van y nos dicen los de la Unión de Abonados, que están de acuerdo con nuestras protestas, pero no con nuestras maneras. Claro que la manera de protesta de ellos ni la dicen ni se conoce, como no sea la de ir en los festejos al callejón con entradas de gañote, como van. ¡¡¡Sinvergüenzas todos, que os estáis cargando la Fiesta!!!.